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La Catrina

  • Foto del escritor: Mercurio López Casillas
    Mercurio López Casillas
  • 17 oct 2024
  • 4 Min. de lectura

La Catrina es un la ilustración de un esqueleto que representa a una mujer. En el grabado podemos apreciar a una joven con forma de calavera, adornada con dos grandes moños pegados al cráneo, ataviada con un enorme sombrero adornado con flores, plumas y encajes que resultan extravagantes, casi como un disfraz para una mujer de escasos recursos que pretende aparentar ser de la élite porfiriana. En la Catrina llaman la atención los grandes dientes, su busto en una posición graciosa y al fondo formas que simulan árboles.

Esta composición la realizó Posada, por encargo de Antonio Vanegas Arroyo, para ilustrar la hoja volante "Remate de calaveras alegres y sandungueras. Las que hoy son empolvadas garbanceras pararán en deformes calaveras", en la que se ridiculizaba a las trabajadoras del hogar que los domingos, su día de descanso, salían a pasear a lugares emblemáticos de la Ciudad de México, como la Alameda Central o el Zócalo; y que tratando de imitar a las mujeres de las clases sociales altas exageraban en los adornos y en el maquillaje. El texto ilustrado con técnica de zincografía es una calavera literaria, en ella el autor anónimo hace una lista de al menos treinta y nueve nombres femeninos refiriéndose a ellas con insultos como "gatas", "matreras como ratas", "mañosas", "pretenciosas", "traidoras", "estafadoras", "sucias", "puercas y mantecosas", entre otros descalificativos. Esta calavera literaria también se burla del gusto de las mujeres de clase social baja, hace mofa de que se maquillen, de que compren artículos baratos y hasta de que sepan peinarse, afirmando que cuando mueran, terminarán siendo "calaveras del montón", es decir que sus restos serán arrojados a la fosa común. Es curioso que justo fue ese el destino del cuerpo de José Guadalupe Posada, que a su muerte fue depositado en enero de 1913 en el sepulcro comunal del Panteón de San Fernando de la Ciudad de México. La hoja volante donde aparece la Catrina, fue publicada en el cuarto trimestre de 1913, es decir, se trata de una obra que fue difundida de manera póstuma.



"Remate de calaveras alegres y sandungueras. Las que hoy son empolvadas garbanceras pararán en deformes calaveras"


Hay hermosas garbanceras,

De corsé y alto tacón;

Pero han de ser calaveras,

Calaveras del montón.


Gata quete pintas chapas

Con ladrillo o bermellón:

La muerte dirá: «No escapas,

«Eres cráneo del montón.


Un exámen voy a hacer,

Con gran justificación,

Y en él han de aparecer

Muchos cráneos del montón.


Hay unas gatas ingratas,

Muy llenas de presunción

Y matreras como ratas,

Que compran joyas baratas

En las ventas de ocasión.


A veces se llaman «Rita»,

Otras se llaman «Consuelo»,

Y a otras les dicen «Pepita»;

A esas la muerte les grita:

« No se duerman, que yo velo;

«Y en llegando la ocasión,

‹Que no mucho ha de tardar,

« Heridas por un torzón,

« Calaveras del montón,

‹ Al hoyo iréis a parar.›


Hay unas Rosas fragantes,

Porque compran ‹ Pachuli»

Unas « Trinis» trigarantes,

Y unas «Choles» palpitantes,

Dulces como un pirulí;

Pero también la pelona

Les dice sin emoción,

«No olviden a mi persona,

‹Que les guarda una corona

‹ De muelas en el panteón.»


Vienen Juego las mañosas

Que «Conchas» se hacen llamar,

Y que aunque sean pretenciosas,

No tienen perlas preciosas,

Sino mugre hasta más dar.

A éstas y a las Filomenas,

Que usan vestido zancón

Y andan de algodón rellenas,

Les ha de acabar sus penas

La Flaca con su azadón.


Siguen las Petras airosas,

Las Clotildes y Manuelas,

Que puercas y mantecosas,

Son flojas y pingajosas

Y rompen muchas cazuelas.

La enlutada misteriosa,

Que impera allá en el Panteón,

Y es algo cavilosa,

Con su guadaña filosa

Las echará al socavón.


Las Adelaidas traidoras,

Que aparentan emoción

Si oyen frases seductoras,

Y que son estafadoras

Y muy flojas de pilón;

Se han de ver proximamente,

Sin poderlo remediar,

Sumidas enteramente

En el hoyo pestilente

De donde no han de escapar.


Las Enriquetas melosas,

Unidas a las Julianas

Y a las Virginias tramposas,

Que compran baratas cosas,

Aunque resulten mal sanas;

Pagarán su picudéz

Y sus mañas de agiotista,

Sumiéndose en la estrechez

Y en la inmunda lobreguez.

Porque la muerte es muy lista.


Las pulidas Carolinas,

Que se van a platicar

En la tienda y las esquinas,

Y se la echan de catrinas

Porque se saben peinar:


Han de dejar sin excusa

Los listones y el crepé,

Y en un hoyo cual de tusa,

Se hundirán con todo y blusa,

Con choclos y con corsé.


Las Marcelas y las Saras,

Que al Cine van a gozar,

Vendiendo hasta las cucharas,

Y se embadurnan las caras

Porque pretenden gustar,

Serán indudablemente,

Sin ninguna discusión,

De improviso o lentamente

Esqueleto pestilente,

Calaveras del montón.


Y las gatas de figón,

Que se hacen llamar «Carmela»,

Por producir emoción,

Y tienen el bodegón

Tan sucio que desconsuela;

Han de pagar su pereza

Que dá mortificación,

Sumiéndose de cabeza

En el fondo de la mesa,

A ser cráneos del montón.


En fin, las Lupes y Pitas,

Las Eduwigis y Lalas,

Las perfumadas Anitas,

Las Julias y las Chuchitas,

Tan amantes de las galas;

Han de sentir por final,

Diciendo ‹Miren que caso»,

El guadañazo fatal,

Y liadas como tamal,

Verán que llegó su ocaso.


Pero no quiero olvidar

A las lindas Margaritas,

Tan a de bailar,

Y usta ostentar,

Po n muy bonitas.

La ha de herir,

Sin presunción,

Y aunque se van a afligir

Yo les tengo que decir

«Calaveras del montón.»


Las Gumesindas e Irenes,

Las Gilbertas y Ramonas,

Que quieren siempre ir en trenes,

Y que alzan mucho las sienes

Porque se juzgan personas;

Las Melquiades y Rebecas,

Las Amalias y Juanitas;

Que unas son sucias y mecas

Y otras se juzgan muñecas

Y presumen de bonitas;


Las Romanas y Esperanzas,

Las Anastasias famosas,

Que son gurbias y muy lanzas

Y parecen gatas mansas,

Porque son muy labiosas;

Todas, todas en montón,

Sin poderlo remediar,

En llegando la ocasión,

Calaveras del montón.

En la tumba han de parar.

 
 
 

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