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Chepito Mariguana y otros personajes de la Ciudad de México

  • Foto del escritor: Mercurio López Casillas
    Mercurio López Casillas
  • 16 oct 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 16 oct 2024




En 1900 la capital de la República Mexicana contaba con 334,721 habitantes, en los cuales los contrastes sociales propios de la vida porfiriana eran marcados. En esta ciudad, en la que el grabador José Guadalupe Posada vivió durante veinticuatro años, pudo observar muy de cerca la composición social de la urbe y pocos personajes escaparon de su buril. Hombres, mujeres y niños fueron recuperados a través de sus ilustraciones realizando una diversidad de oficios, profesiones, pasatiempos y en la fiesta popular. En ese género de la imagen citadina, para su diversión y mofa, el artista incluyó diferentes personajes ficticios, como Don Chepito Mariguana, Doña Caralampia Mondongo, el Padre Cobos, la Tía Ruinidad o Pancha Pabilos.  En la muestra, de manera inicial, los personajes urbanos, sin importar la clase social, transitan por la juerga con excesos de alcohol, borrachos, parranderos y cantores, que en ocasiones terminan con el mote de patinadores, barriendo las calles. La diversión continúa en la fiesta brava y sus grandes figuras del toreo; sigue con el sonado caso del baile de los 41 y concluye con las aventuras de Don Chepito Mariguana. Las diferentes profesiones y oficios dan piea un desfile de nigromantes, brujas, adivinas, magos, gitanas, curanderos, sacerdotes y prestidigitadores.  En las representaciones de Posada hay trabajos que realizan sólo hombres, como gendarmes, boleros, papeleros, billeteros, pasteleros, dulceros, choferes de tranvía, ciclistas y payasos. Mientras que las mujeres son idealizadas como figuras románticas, cocineras y bordadoras, pero al mismo tiempo son ridiculizadas como suegras insoportables, quedadas, chismosas y con adjetivos despectivos como gatas, cucarachas y culebras. Esta muestra concluye con la estupenda y excepcional composición  que Posada logra de la niñez mexicana de entre siglos, a través de ilustraciones, de cubiertas de cuentos y libritos de adivinanzas, editados por Vanegas Arroyo.  Posada fue un observador extraordinario que siempre capturó el rasgo esencial de cada persona, como elemento indispensable de sus retratos notables y caricaturas. Esta cualidad le permitió al artista apropiarse de sus personajes de manera profunda; conjuntando, en su obra, la idiosincrasia mágica de nuestra cultura y su realismo, para plasmar con maestría la fisonomía característica del pueblo de México.


Mercurio López Casillas

 
 
 

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